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18 ene 22
Hemos charlado con Isabel Simón y Virginia Alonso, dos de nuestros últimos 'fichajes' que trabajan de manera indefinida en el área de Mantenimiento del Complejo de Aranda. Isabel es una joven arandina que estudió mantenimiento electrónico en el Centro Integrado de Formación Profesional Santa Catalina, institución referente en formación industrial en La Ribera con la que mantenemos una estrecha relación. Nuestra protagonista inició recientemente su andadura en la Sala Horizonte, en el cuarto turno, “una locura con un espacio tan enorme y tanta gente trabajando, pero muy contenta”. Virginia, también con una “insultante” juventud, nos explica cómo viene de completar hace un año y medio un grado superior de mecatrónica industrial en el IES Juan Martín El Empecinado. Se muestra igualmente feliz, “me han hecho fija y me han tratado muy bien”.
Desde la zona de Postres y la Mantequera ha pasado a la Sala Horizonte y en breve comenzará un período de tutorizaciones que comprende diez semanas en cada sección de mantenimiento: electrónica, empaquetado, envasado, procesos…Ambas se incorporaron en un momento nada sencillo, tras el confinamiento de 2020, Virginia en junio e Isabel en octubre, “durante las entrevistas estábamos confinadas en casa”.
Definimos mantenimiento industrial, en términos generales, como todas aquellas acciones destinadas a alargar la vida útil y el buen funcionamiento de la maquinaria implicada en el proceso de producción. Una disciplina que ha ido progresivamente adquiriendo importancia al identificarse con actividades que aportan valor al evitar la aparición de costes ligados al mal funcionamiento de los equipos productivos, así como, por supuesto, a las pérdidas de producción. Actualmente, el mantenimiento combina estrategias correctivas, preventivas y predictivas.
Isabel trabaja en la disciplina de mantenimiento correctivo, es decir, aquel mantenimiento cuyo fin es corregir cualquier defecto que se presente en el equipo o instalación o, dicho en palabras de nuestra técnico, “se trata de ir arreglando las averías que van surgiendo espontáneamente”. Son tres personas en su turno sobre un total de cuatro. “Para nada me parece un trabajo monótono, yo lo encuentro entretenido y retador. Siempre me gustó el tema de “cacharrear”, añade con una sonrisa. Para ella, un momento mágico es aquel en el que “te das cuenta de que entiendes cómo funciona una máquina y eres capaz de ir arreglando algo, ahí me siento muy orgullosa”.
Por su parte, Virginia nos explica que su trabajo se desarrolla en el área que denominamos preventivo de envasado, aquel mantenimiento enfocado a la prevención de fallos en equipos e instalaciones con el objetivo de reducir riesgos, en este caso en el proceso de envasado, como por ejemplo, “realizar cambios de rodamientos antes de que se rompan”. En su caso, son cinco compañeros y hay otro turno con otros cuatro. A Virginia siempre le llamaron la atención las máquinas, su funcionamiento, sus engranajes, por eso eligió esta rama de mecatrónica, “en este trabajo hay que tener paciencia e intentar abordar siempre los problemas con una mentalidad analítica y cabeza fría, ¿por qué puede pasar esta incidencia o la otra?. Muchas veces no sabes qué puede estar fallando y es necesario mantener la calma y no ponerse nerviosa para atinar en el diagnóstico”.
Este es, indudablemente, un trabajo complicado y exigente para el que hace falta una especial cualificación. “Existen tantos tipos de máquinas”, explican nuestras operadoras, “por ejemplo, en la sección de leche encontramos las envasadoras, que varían en función de los tapones o la forma del brik. En postres son todas ellas diferentes, las de flan, yogures, al igual que en la Mantequera, para tarrinas pequeñas o las máquinas de ladrillo. En Horizonte hallamos taponadoras, envasadoras, robots, paletizadores, etc”.
En general, todo un mundo de unidades de procesamiento, materiales, formatos, envases y embalajes, tecnologías, tratamientos térmicos, mecanismos asépticos, intercambiadores de calor, equipos de higienización, refrigeración…sin duda, el apellido de “Complejo” para nuestras instalaciones de Aranda viene como anillo al dedo.
Al preguntar sobre la cuestión de género, ambas coinciden. “Jamás tuve un problema”, nos dice Isabel, “no notamos influencia alguna por ser chicas, lo importante es la persona, con formación y experiencia un hombre y una mujer pueden realizar este trabajo indistintamente”. También destaca el compañerismo reinante, “que me parecen de diez. Me dan libertad para resolver los temas, pero si hay dudas siempre están ahí”. Virginia se suma a esta opinión, “aunque no tenemos la misma fuerza física, nos las apañamos para realizar las tareas de mantenimiento. Además, siempre que hemos necesitado ayuda han estado los compañeros para echar un cable. Al principio piensas: soy la chica, soy la nueva, luego vas progresando, adquiriendo conocimientos y experiencia y te das cuenta de que eres capaz de hacer lo mismo, que sumado a la confianza de tus compañeros te ayuda a mejorar”. Isabel Simón y Virginia Alonso, dos profesionales cualificadas, dos ejemplos de cómo dar lo mejor en nuestra empresa, dos jóvenes mujeres que siguen tomando impulso.
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